sábado, 20 de julio de 2013

F R Í O

“…y la nada que hay”
                                                                                                               (Wallace Stevens)

Finalizada la vigilia,
de vuelta a casa tras un día de llanto,
siento temor por la certeza de que el cuerpo no es más que una prenda,
quién es el abrigo entonces,
quién el grano de la balanza,
no lo entiendo.
Lo miro y su hálito es niebla que descansa en los ojos,
niebla que ha paralizado la nieve, que ha cristalizado en la sangre,
aunque me pudieras mirar soy papel mojado y falso,
continuo no entendiéndolo,
quién es el responsable de la escarcha.
Tú no las quisiste,
te planchamos las semillas a la ropa para que ardieran en esta primavera que es hollín,
introducido en nuestros cuerpos durante el silencioso ritual,
marca negra que se hunde en la nauseabunda podredumbre del cuerpo,
materia granítica, reducida a millones de veces su esencia,
como enigmático lastre cada día más reluciente.
Te pedí la mano para ahogarla en el frío universal,
el único que perdura en el presente,
insustituible dentro de las palabras geniales no conservadas,
que desembocan en tu rostro sin idioma
y ya sin protección para el futuro.