“ser puesto a prueba una vez y otra hasta que falle”
(J.M.
Coetze)
Con mano de hierro plancho
las destrozadas planicies,
erosión natural lo llaman,
una excusa para no hacer preguntas,
sándwich de tierra y
materia orgánica evolucionando,
al menos así lo vende un
bufón en la tienda,
así lo publicitan
señoritas de vida sana antes de desayunarlo,
es de colores, amable al
tacto,
y muy doloroso.
Sus paredes interiores
absorben primero la saliva,
luego el aire,
queda la nada encima de la
lengua,
y la razón una sombra que
se alarga y decrece,
nadie le marcó la divisoria,
podría ser imaginaria como
todas las líneas que trocean el planeta
o poseer varios términos
absolutos, desenmascararlos es el oficio del poeta.
Lo debería gritar más a
menudo:
“esto no es así”
se ha borrado de la
pizarra la tiza con el menú,
se confunde con el del día
anterior,
quien dice qué corrección
es la autentica,
quién me empuja de esta
meseta,
consumirlo todo no lleva
tanto tiempo,
beber los restos
es mejor que el dolor
suicida y duradero,
barricadas contra todo lo
que parezca calor,
contra eso lucho
y su corrección.