Ven en silencio mientras
duermo,
contén el tiempo,
abrásalo al primer
contacto,
es la piel entre los
pinares lo que hace dulce respirar,
te ruego que vengas al
abrigo de los montes dorados,
a reventar el duelo de mis
entrañas,
a recortar la hierba
crecida durante la noche.
He varado en la
fantasmagórica orilla a temerle a los flujos imaginarios,
despiértame carne,
vuélvela del revés,
destroza hasta la mínima
fracción,
la que nos bendijo,
apalabró e inquietó.
Luz lanzada con furia contra
la oscuridad de mis pupilas,
aseadas del tren que lleva
tus raíles contra mi boca,
viva de café, plenas de
amor horizontal,
que aun duda si duermo
y se aísla, esperando a
que golpee los cantos,
o diga palabras completas,
o simplemente la mire.