viernes, 6 de diciembre de 2013

PASO DE CEBRA

“estar simplemente aquí,
simplemente vivos…”
                                                                                                               (Thomas Pynchon)


Al afeitarte y tener tan cerca la piel,
el nacimiento de los pelos y los pliegues que se van hundiendo más allá del cuello de la camisa,
tocarte las manos, ya sin carne, para cambiarlas de postura, tibias, expulsadas del jardín,
pude empaparme de cuánto se deja y de cuánto se pone a salvo,
volverme un experto en la cuenta atrás.
Quieto en el semáforo dejo pasar a un anciano,
ambos sabemos que el tiempo no es mucho,
no parece alarmado porque nadie parece conocer su secreto, salvo él y ahora yo,
si lo tocara el mismo lento corazón que remueve las entrañas y se las come,
las oiría como corren de un fuego a otro las horas incandescentes de la tarde,
cruza la calle
y yo, asustado por el descubrimiento, escucho crepitar los sueños arremolinados en un huracán,
los tiro hacia la orilla para olvidarlos,
para que se hagan trizas,
al llegar a la acera me miras y me enseñas la boca azul atroz,
que absorbe el universo y las palabras.