miércoles, 14 de octubre de 2015

LEOPARDI COLOCANDOSE EN LAS FUMAROLAS DEL VESUBIO

“tu débil especie no creíste inmortal”

Me sujeto el corazón por el daño que me hace,
lo debería hablar con mi médico,
en lugar de dedicarme a arrojar los dados para que se haga de noche
y convencerte de que has muerto
y eres un muerto justo
y aplicado a la métrica.
Eso sería así si fuera neutral y creyera que la poesía imparte justicia,
pero he tirado los dados,
se ha hecho de noche como tú querías,
y hemos dejado de  verte.
De qué nos sirve imaginarte postrado en un mármol caduco mientras me cosían el corazón,
lo amasaban en busca de perchas donde colgar los disfraces por si me despertaba contigo,
lo primero seria acabar con las puntas de flecha que te deformaron,
tirar de ti hasta un lugar donde tu sutil palabra inunde los márgenes,
no tengas que hacer como yo, que me he fumado centenares de poemas cochambrosos,
sin grandeza, lejanos a tus pautas,
más oscuros y más falsos,
son como una unión de frases de las galletas de la suerte y del horóscopo,
sí, no te rías, he ocupado un espacio basura,
he partido la silla en dos en cuanto el dolor de la cicatriz se ha intensificado,
sin embargo es el mismo corazón el que me ha asustado por su gran silencio,
algo trama,
lo apreto contra todos los órganos
y apuro la respiración para que no perturbe tu amada oscuridad mística,
esa que ha dado de beber a cuantos lo han solicitado,
sin adivinar el porqué de tu luz encarnada.
No te puedo explicar todo lo ocurrido desde entonces,
te tapo el rostro para que lo contemporáneo no te asuste,
no vuelvas a ver las cosas mínimas que hicieron arder las planicies,
es mejor que sigas latiendo moderadamente,
conmoviendo al mundo tenebroso de la inmortalidad,
sin aprender idiomas
porque mucho hicieron con salvarse los poetas incandescentes en sus nubes de hidrógeno para que recitáramos más viento,
más paz de calderilla,
lo piensas en palabras tatuadas al dolor,
hundidas de la miseria,
allí donde está el porvenir.