domingo, 22 de junio de 2014

LEOPARDI EN EL DESTIERRO DE DANTE

“…la sierva costa, el insondable río”
                                                                                                    (Leopardi)


Era por ti por quien sondeaba el litoral en busca de firmeza,
sin perder ese cielo y esos lodos de vista,
el equilibrio entre los hilos tintados y el enorme socavón,
dedos desplazados, separadores del agua,
una capa de luz frente al silencio universal.
¿Para qué dios si tenemos a los poetas que miden el salto?
Libres y proclamados a sí mismos como incapaces,
escudos para cuando deba arder el día y no sepamos porqué
y debiera partirse la tierra en dos para encenderse el núcleo de los despojos,
negro magma escrito apresuradamente que se precipita hacia la incandescencia,
con los ojos tristes de los que tratan de huir de vuestras palabras,
arde la cuerda en círculos,
lo respiro, lo respiráis, es el infierno
puede recorrerse más paisaje a más velocidad,
pero no verlo antes de que se queme,
antes de que las ruinas constituyan las razones,
las ruinas trágicas e incomprendidas que constituyen las razones para llegar,
allí acechan con dientes afilados que se gira al atracar en la costa,
un magnífico lugar para vivir.