domingo, 10 de septiembre de 2017

CARTA DE AMOR



"Águilas de metal sonorísimo,
arpas furiosas con su voz casi humana,
cantan la ira de amar los corazones,
amarlos con las garras estrujando su muerte"
(Vicente Aleixandre)

Te regalo una flor,
nace para hacerte sonreír,
para que la guardes en el paredón de piedra y tocho,
debería haber crecido algo mejor que hierro árido aplastado en sus impactos,
son las lecciones que nadie entiende sobre la parálisis en el tiempo,
sátiro iracundo, que muerde y embiste a su paso a todo aquel que no recuerde bien quien es y lo empuja hasta el mismísimo Cocito.
Parálisis en el tiempo solo derrotado por el chillido del águila,
venido a silenciar nuestras palabras de metal,
chillido que cubre todo el espectro y ahoga las fuerzas concéntricas,
venido a expulsar de nuestros costados en esta batalla de aristas que vamos afilando mientras nos amamos.

Caen a la tierra restos carbonizados de los días
ya no es mayo y cuesta enfriar las palabras y llevárselas más lejos,
con la torpeza del verano que apaga la luz, se rompe el duelo y se boicotean las salvas,
cuando falta poco para que la cadena resbale por el cuerpo en busca del dolor
y se encoja el estómago, se pega a los pulmones para que nos cueste asimilar que nos morimos.

Salpica la savia de los árboles lejanos,
espuma entre el azul y el verde,
alguien le ha hecho un tajo, se despedaza la sed por la corrientes camino de las bocas, del nacimiento,
es un río ahora,
fluye desdoblado entre la vegetación que nos ampara del paseo, hacia las alcantarillas donde los caprichos han puesto los pies como nosotros para ahogarnos en el beso.