domingo, 25 de diciembre de 2016

EN UNA TARDE DE 1975



Sube el ritmo a mil, a cien mil,
abandona el pobre tesoro en la boca del pordiosero y moribundo hombre de excepción que busca rematar la tarde en la cama,
angústiale tú con el latín que no entiende,
es un bien encintado que no da muestras de fatiga y crea las formas más variadas de anzuelos,
porqué malgastarlos,
si van lejos, atropellando las palabras encendidas en las lumbres de la parte de atrás,
sencillo, atado a la mudez del destierro,
cansa y palpita como un retenedor de transparencias,
es a otro a quién invoca,
no puede ser, taxidermista,
muerto en la escasez,
desamparado, arrúgalo con la mirada,
tienes el poder para serenar el mundo,
duro, campeonato interrumpido por el moralista y su mujer copulando por una buena causa,
inflan los globos, son fieros en su ataque,
arrastran a la víctima por la cintura,
la sangre se derrama por la alfombra,
vela por mis instintos,
quién se levanta austero cuando la desazón destruye el campamento
y nunca, nunca, el banco de esperma recibirá el premio a mi hazaña.

sábado, 10 de diciembre de 2016

EL RAYO NO NOS ALCANZARÁ POR QUE SOMOS INMORTALES



Procedencia desconocida


Desliza la cabeza de toro del pedestal,
la sangre ayuda a que resbale y caiga al suelo de un golpe,
no se parte, da unas vueltas y queda de cara a nosotros.
Búscate otra cosa con que hacerle daño,
ahora que está rozando la inmortalidad, que llegue a ella resoplando,
báñalo en polvo y tierra hasta que se le deshaga la piel,
repítele con el estilete quien es el dios y para qué sirven los subalternos,
hazlo aquí, delante de los demás defenestrados que se miran quietos, ya sin sabor en los labios, ni limites donde ampararse,     
evita mirarlo a los ojos,
falsas bolas en las órbitas,
nadie le aconsejó al nacer como debía esconderse de la tiranía,
estaba cansado y escaso de auténtica maldad,
entonces inventaron los deportes,
al principio un banquete para comerse a los peor dotados,
pronto premios y borracheras,
fiestas donde acumular el juvenil ostracismo,
animales humanos en pos de un grito liberador,
correr y morir,
aplaudamos pues el esfuerzo incandescente que se graba en la retina,
lo explicaremos a nuestros nietos diciendo que nosotros estuvimos allí,
aunque a nosotros también nos lo contaron,
se han perdido los versos como se perdieron los campos arqueológicos y le reprochamos al tiempo que nos quite la tierra donde antes jugábamos por polígonos industriales.

domingo, 13 de noviembre de 2016

ESCAMAS ENCIMA DE LOS HOMBROS



“llegará un día en que Ilión, la ciudad santa, perecerá,
en que perecerán Príamo y su pueblo,
hábil en el manejo de la lanza”
                                                                                              (Homero) 


Atribuirlo a un farsante no es arreglar las cosas,
es posponerlas,
demoler hasta llegar a la tierra primigenia y declararlo oficialmente muerto parece suficiente pero no lo es,
hay que destruir su memoria, hay que esculpir una nueva cara sobre las viejas estatuas, 
volver a fundir las monedas con dioses descabalgados y endecasílabos poderosos,
siempre ha sido así,
no hace falta poner cada de funeral.
No era por él por lo que anduvimos de continente en continente atando pañuelos,
era el instinto el que nos hacía cruzar los ríos,
no rendirnos por todos los mares interpuestos,
ni las fieras palabras que se invocaban al pie de la muralla,
resecas, como el tomate pegado al mantel,
surtieron efecto;
las hemos sacado de una pesada tumba y lanzado al infinito,
son como los raíles del tren,
inexorables, futuristas, amigos del ostracismo,
son cosas vividas para guardar el pan,
germen de todas las dudas, y ahora sin los maestros que nos separen el grano de la paja,
liberados para llevarse los mitos a que llenen el vacío intestinal, fuercen el corazón y los músculos hasta reventar,
una mirada dura al miedo,
revuelto entre la mierda que cagamos cada día de la historia universal,
no sobra, queda ahí,
el prestidigitador la chafa,
desaparece de sus manos,
ya nos la hemos comido.

domingo, 30 de octubre de 2016

LOS REZAGADOS



Me pidieron que en una escala del uno al diez calificara el miedo a la muerte,
me eché a llorar,
no fueron demasiadas lágrimas pero sí las suficientes para borrar del rostro la osadía de la luz y ennegrecerla,
eso era poner nombre a la historia, llenarla de gráficos
y a hachazos descuartizarla,
acertar en la línea de puntos es lo primero que se aprende, luego hasta llegar al lugar donde el reverso pega la vuelta se deja para más adelante.
Paciencia artificial,
enormemente desconsiderada con el final de las frases,
perdona si corro demasiado,
hay que ahorrar en atributos,
perder signos, que se los lleve el tiempo,
que lleguen otros con tal potencia que me descamisen,
volteado tras la explosión,
raíces falsas de hierro quebradas,
no hace falta tanto para derrotarme,
crujirme la espalda, arrancarme la sien y tirar del cerebro para que cese la idea.
Es mayor el miedo del carnicero,
se ríe del chiste de la infancia,
viene sonando desde mil novecientos y pico,
repita quien lo repita
es de mal agüero tanto charlatán dispuesto a vivir para condenarlo,
soy yo el que necesita ayuda y no ellos,
hace tiempo que cavaron su tumba y callaron,
son los rezagados, esos píos sádicos, los que poseen el verdadero dolor en su manos
y niegan ante cualquiera que sean los últimos y afirman con rotundidad que después de ellos vienen más.

miércoles, 12 de octubre de 2016

LA SANTA CRUZ





 Fuimos invitados a recuperar las tradiciones,
callar cuando debíamos, vestirnos, masticar cuarenta veces,
adorar la cabra y adivinar una promesa mirando al cielo, a los dedos de la última que alza la mano;
eso nos lo enseñaron con el paso de los años,
no hizo falta violencia, con estirar el mantel era suficiente.
Sufrir sí era necesario delante del pescado muerto y podrido,
frio altar que se firma ante notario por si no vienen los que deberían ser los nuevos bárbaros,
un meteorito, la atmosfera justa y encarcelados a la gravedad,
crujen al frotar las manos en la aldea primigenia,
desierta ahora porque se terminó la abundancia y se diagnostican más cánceres en la orilla que en el interior;   
qué será de esos grandes silencios heredados,
un gesto parecido al que hace una flor al abrirse,
un libro al pasar todas las hojas seguidas e iniciar un vendaval,
sepultando los árboles, afilando las rocas, colonizadas por líquenes,
aguardar nuestro turno, degollar en familia,
sin reproche, esto es nuestro hogar, cualquier fiera que se desate caerá,
normal, normalizado, quién duda que será nuestro futuro,
la sorpresa mayor, cuerda y horca,
historia y parte de un cuento de animales testarudos que vamos a comernos deshuesándolos,
rio arriba está la tumba del héroe de leyenda,
su peso es ahora nuestra culpa,
ahora que esperamos, que, asustados, renacemos del tiempo y de las cosas.