Hagamos un trato: yo no te
miraré más,
ni corregiré tus defectos,
lo que hayan hecho mis
dedos de puta en tu cama no me importará,
me concentraré en mis
solsticios,
me conformaré con que me
des luz con la lámpara
y silencio entre palabras.
No retiraré más los tallos
sin frutos,
que se mueran si quieren,
ya he perdido bastante
tiempo con ellos,
ahora es el momento de la
sal sobre la lectura,
de los testigos incómodos
y volver a cargar contra
la lujuria como una isla,
dejadme que rompa el goteo
aunque sea por mi bien,
la técnica siempre al
servicio del suicida,
y que el mundo sea un
ajuar.
Me pasaré alambres por las
articulaciones,
seré marioneta de viento
racheado,
adivinadora de los sueños,
aprovecharé para reírme de
esos estúpidos retratos de bohemios,
dejaré aquí calcado los
que soy,
un cero adquirido mucho
antes de tener conciencia,
con mucho aire para
destrozar los garabatos,
peores también los hay,
sin rumbo y riéndose,
a qué espero para hacer
vapor de lo que siempre ha estado muerto,
no defenderlo más,
porque ya no existe.