miércoles, 27 de mayo de 2015

ENTIERRO EN 2+ 1


“y al no ser nada él mismo, no contempla
nada que no esté ahí, y la nada que hay”
                                                                                         (Wallace Stevens)


Lo he dejado aparte para que respire y entre en calor,
los niños ya le han arrancado la cabeza,
huele a nieve batida, esa que nadie aprecia.
Cercado por la tierra encallecida, las hiervas lo empujan hacia adentro,
huele a invierno que se escapa con los cadáveres recibidos por la tierra.
Descabezado sonríe hacia la nada.

Luego la indulgencia resecará la manos heladas hasta volverlas hueso,
por mucho que el fuego se esfuerce ya no habrá tregua,
hacer un túmulo, una vasija, una gran muralla que divida los reinos,
y alejarlos de los caminos, que se pierdan del mundo hasta que la casualidad lo halle vestidos tal como los dejaron
o alzar la mano tan arriba como las piedras lo permitan y sirvan de orientación a los transeúntes, y lo rodeen con ira, por el tiempo perdido, por el orden en el que militan,
son unas órbitas dentro de otras,
la más rotunda de la nadas.

Como especie es a lo máximo que podemos aspirar.

sábado, 16 de mayo de 2015

ALMUERZO

Ha sido la casualidad la que me ha hecho evitarte,
comíamos juntos
y de todas las cosas que quería callar no cumplí con ninguna,
todo sabía a ese espacio que se abre una vez y cambia el carácter,
forzando una culpa bien engrasada de minutos sobrantes que salpican en el mantel las sombras de las palabras,
equivocarse es muy poco en estos casos,
y se aguarda el silencio como una pausa de toda la vida antes de despedirse.
La opción B
es el punto de fuga real,
hablar sin ser oídos,
contaminantes pegados a la ropa,
olor de los animales y plantas domésticas que nos comemos,
respetuoso por su sacrificio los miro conmovido,
suenan las voces de verdad que a nadie afectan,
es la carestía de los mortales gestos,
pasan tan rápido como la luz,
la única vencedora.

viernes, 1 de mayo de 2015

PROEZA ATLETICA

                                                                                                      A Francesco Petrarca


Con todo lo que sabemos no se nos ocurre otra cosa que correr,
los mas estúpidos lo hacen en el mismo sitio,
los otros marcan distancias,
todos tienen, o ya les llegará, aparatos que miden las pulsaciones y el tiempo,
y trazan un mapa de líneas por donde se miran,
es un atlas mudo y sin pretensiones
podría marcar círculos donde las ideas hubieran sido más brillantes pero ya he dicho que es mudo y sin pretensiones
ideas para compararlas  con otros proyectos rivales calibrados en tiempos, como las marcas de las recetas de cocina o los horarios del tren,
los clasifican sin debate. Los más dotados suben con una bandera de consumo rápido,
se la deberían comer mientras marcas comerciales trituran el espacio que les han concedido en el fondo,
siempre hay un el primero, siempre hay un símbolo primero, el de mente acerada, el que ha mirado al mayor precipicio sin tambalearse,
es el del gran honor, es el de la flecha clavada en el centro.
Cuando recupera el aliento afirma,
mientras tanto sonríe sudoroso,
un momento después las estadísticas que ha construido se derrumban,
solo son testimonios para volcar a las gentes a ser más rápidas, más exigentes,
tanto como para distorsionar los rasgos
y tirarlos hacia la niebla y la nieve. Algo les hace seguir con ansia caníbal,
el mito hombre sin hogar, mito del útero desgajado y demolido que se mira de refilón,
cuál era el motivo dentro del paisaje,
cuál era el motivo para estar allí,
aun se discute.