Hunde la almohada contra
su rostro e imagina que es una estatua clásica,
amarillenta, como el pelo
podrido de los muertos,
rasga el silencio en busca
de novedades,
algo que lo rescate,
un disparo a bocajarro que
rompa el silbido del tiempo.
Cama y asiento de
ausencias,
tedio irresponsable que
cae,
es la piel del monstruo
que lucha por el pedazo que le falta,
podría arrebatártelo con la mirada
o saltar sobre tus
intestinos hasta que cedieras,
pero él siempre prefiere
el mensaje lúdico a las palabras metafísicas,
el consumo de pequeños
caprichos a los vertederos,
estirar el horizonte en
busca de las últimas voluntades que nunca son las últimas,
has de dejarlas pasar,
extenderlas contra el
infinito,
orgullo de mármol mate e
incandescente,
es el orden ejercido en el
mundo por las cuerdas incomunicables.