Di lo que fuimos, nadie te
creerá,
reirán en la sobremesa dejando
pétalos rojos de propina,
les hubiéramos podido
consolar diciéndoles que era por una causa justa,
y venderles los juegos de
palabras como una obra de arte.
Fue un rayo sobre la
carrera de los charlatanes,
aún no se había despejado
la vista, situados todos en sus puntos de apoyo, cuando ya morían.
Entre risas aplaudían las
familias capaces de pagarlo,
quizás fue por el abuso
del champán,
o el exceso de coartadas
para estar allí cuando no había casi nadie,
entonces las tramoyas dieron
la vuelta al calcetín moribundo,
eclipsando todo lo demás,
quedando por delante del presente,
y envejeciendo a latigazos.
Ábrase el círculo sexual,
ábranse las fórmulas
sociales,
arde en las manos de los
mercaderes toda la avaricia pintada en posición de poder,
en un rectángulo golpéense
en mi nombre,
deshagan el diamante en el
agua,
¿qué retuvo al paseante,
esperaba algo mejor,
más sorprendente, para su
último día?
es irónico pero parece aburrirlos
hoy.
Al desnudarse en la
soledad de su cuarto deberían pudrirse,
aplastar su frente contra
el cristal de la ventana y quebrarla.
Ya pasó el tiempo de los
ansiosos poseedores de la mayoría,
estado afónico y enfermo,
luce un buen aspecto para
hacerse escuchar pero nos hemos traslado
¿qué magia, desposeída de
razón, acordonaba?
es el tiempo,
inmisericorde aleación que se escapa por la narices,
refulja en esta causa
despoblada de huecos,
mientras me evado con el
escote,
a mi solo me interesan los
pechos dibujados
y sueño que tienen nieve
dulce y muy densa en los pezones.