miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL TEOREMA DE LOS DOGARU

Qué cruda velocidad
amansa las bridas como quien detiene el mar,
donde un puntero agita el tiempo.

Porqué este paso, porqué esta espera,
ha bebido, ha de beber siempre,
es el deber del ebrio, los músculos lo catapultan,
quién dijo fracaso,
goteo hasta el final póstumo,
clavar, cavar y ocultar
constantemente. Afilado contra el cielo,
qué mayor sueño, lanzan un aviso para que no le dejen subir a la superficie,
es de tamaño mediano,
no puedo explicar otra cosa,
no tengo experiencia.

domingo, 1 de septiembre de 2013

MUSEO DE ARTE MODERNO

“y yo oía como se iba haciendo de noche”
                                                                                                                 (William Faulkner)


Nadie a salvo
¿café con leche, zumo o té?
no valen la pena ni las victorias, ni los silencios,
eso ya nos viene dado
¿tostadas con mantequilla y mermelada?
es más fuerte el deseo que nos mantiene cuerdos,
atados a los útiles perfeccionados desde la antigüedad,
útiles que no nos salvan,
se parten por el frío,
aunque lo parezcan,
colmado en espuma, espoleado por el calor de la leche,
derretido el terrón, antes flotaba inmerso en sus propias circunstancias,
volátil la servilleta, afín a la música,
pesa la mirada instruida en la amabilidad,
repleta de peonzas que giran al unísono.
La espera es un final
que revierte en una espera completa,
intrascendente, que madura los arcos de seguridad de los edificios públicos,
pitan de dolor porque ya no pueden resistir más.