La negación imita a los
mares enarbolados,
paisajes puros sin verdad
simple arrancada al terco incendio del alba,
corrientes de aire que
ascienden por las chimeneas de Yaz y nos guardan el frescor de la noche,
piedras ennegrecidas en las
calderas del Darvaza que se guardan como prueba de que los oráculos han cambiado
de canal,
a quién trato de esconder
en este libérrimo y minúsculo condón,
tanto por ciento de besos,
tanto por ciento de pulsaciones dactilares,
universalizados por la
tromba que sacude las cuerdas, agitadas ya en su ovillo,
ascenderían si no pesaran,
si el cuarzo descompuesto limpiara los cauces brillantes en esta mañana de
funeral,
es cosa de los
contabilizadores, estrictos en sus fabulas hiperrealistas,
uno las recuerda y las
añora,
fruto germinado en láminas
sin edad,
imposible ser, esta
iluminación irreal funciona para que las catastróficas palabras sean pan con que
atiborrar a los que ejercen su derecho y aplastan a los que esperan en la cola,
claridad en los objetos es
lo que nos pedían al exponer las ansias trancendentales,
vive, vive, no ocultes la
vitalidad evanescente,
es casi de día, la
claridad choca en una línea imaginaria con el cielo,
rescatador, arrúgame los
brazos,
las piezas reales
envuelven las montañas del presente.