Tratas de envenenarme con
las respuestas,
están escritas de antemano,
por colores según el tema,
baratijas
exclusivas para consumir
el tiempo.
Es solo un juego.
A paso veloz
se destruyen las nubes, se
pudren las hojas, repican las olas de polvo contra la luz,
es el oficio del viento y
de la posteridad,
a quién le organizamos hoy
un certamen que esté a nuestra altura,
repartamos cartas o descubramos
cual fue el primer error en la cadena de errores,
esperanza antes que
tradición,
abrigo de la aburrida
bandera, gastada, nada parece cuando está lejos
y es la música la que la reverdece,
sin talento, sin escapatoria hasta que se termine con la última palabra.
Son cosas que desentierran
los ríos
cuando dan con los huesos,
regresan como una
pregunta,
repite el tiempo su giro,
es la introducción para
volver a la casilla del juego,
por donde resbalaron todos,
por donde la furia desbordó
a la palabra,
por donde recitará para
unos pocos
para que el mundo encaje y
nos sintamos bien,
seguros en los viejos
mitos y de los nuevos dioses.