Ayer pisé una mierda,
las putas de la carretera
la dejaron ahí,
justo en el sitio que
sabían que sería mi paso,
una pequeña venganza por
el rodeo que me he tomado la molestia de hacer para evitarlas.
Con el zapato sucio me
arrastro como un cojo,
arranco hierbas, los
insectos pensarán en el apocalipsis,
mi deber ahora es
escandalizar,
pisotearlos y que corra la
voz de que estoy loco
y que he abandonado la
poesía por una mierda en el zapato,
justo el primer día del
verano,
justo cuando las nubes
anunciaban sequía.