Pruebo a darte esas
flores,
dormías mientras viajaban,
tocaste techo, parloteabas
cogida a los sueños,
dame descanso, estío en láminas
de polvo arremolinadas en tus cabellos en llamas,
vienes a regañarme, a
recorrer en silencio las salas de espera,
son demasiado largas, parecen
no llegar al final las palabras,
es el toque furioso del
cansancio universal,
cansancio porque los
gusanos roen la carne antes de muerta.
Pruebo a darte esas
flores,
te las pongo en el pecho para
que me ames,
trébol de las planicies agradable
a las yemas del recuerdo,
está marcado el punto por
donde respiras,
saldrá, hay que darse
prisa para que todo el señuelo se compacte
y pueda oírte despedazar
las notas que clavan la cuerda al ovillo,
esa sarta de especulaciones
que amo,
han dado un sello con este
motivo,
colección de corazones,
alegría puesta en pie, excesiva, furiosa,
derrumbada y reconstruida
las veces que haga falta,
alguna razón más que el nácar
de los tiempos para poner el fino viento a tejer el perdurable tránsito,
es la envidia de verte
dormir haciendo un pulso blando con mis manos y desaparecer el miedo,
te las pongo en el pecho
esas flores, en la oscuridad,
cuando despiertes nos
seguiremos queriendo.