miércoles, 27 de abril de 2016

LA MORALIDAD DE LAS CARTAS MARCADAS


“la guerra inacabable contra el yo
sin el cual no puedes vivir”
                                                                                                      (David Foster Wallace)




La solución civilizada es que ya se morirán,
mientras que guarden silencio,
bajen la vista cuando se les necesite
y desaparezcan en el momento justo.
Lo bueno siempre está en la misma montaña, en el mismo panal,
lo razonable calla en los escaparates, maniquíes sin uñas ni pelo que andan pidiendo tickets para la cueva universal,
con entrada a la vista, cordial como el sacrificio de un choto,
mires donde mires morirá,
mires donde mires te recordará que derecho te hizo
y qué piedad te mantuvo a un gota a gota que siempre se ha vuelto baldío en el momento oportuno,
es mantequilla en lugar de sangre,
palabrerías, que como esta, martillean en los desconches de las calles turbadas por el buzoneo incontrolado,
aquí hemos venido, a no saber hablar porque no tenemos palabras válidas,
a trazar las leyes lógicas y sus contrarias, a volvernos interesantes antes de que nos lo impidan,
la campana marca una última vez,
la gran última vez donde en lugar de esprintar nos hacemos pequeños,
es un plan para acabar con el mundo, con los rizos, con la casa desalmada que abandonamos humildemente, sin que nos lo pidan,
desmayos y fe infinita,
charcos donde ahogarse sin ser vistos,
voluntad trasparente, se ha evaporado el tiempo,
está reducido a émbolos dinámicos que oscilan de derrota en derrota,
los compuestos intimidan,
simplemente no hay forma de amarlos.