Para los que siempre tienen sed
“haber vivido es el sabor dulzón de la ciruela”
(Pere Gimferrer)
El tiempo detenido
y tú a mi espalda ambicionando
su sombra,
con detonarla no es
suficiente,
hay que morderla para
obtener certezas,
explosionarla hasta que el
corazón satisfaga su ansia,
y lo negro
y lo blanco
atrapen la esencia que es
fulgor,
intensidad en el bochorno,
gozoso punto de expansión que
anula el estío.
Augurio de la primera memoria,
palabra saciada y segura,
sin reflejos, aptas para
errar,
opinar, con su elemental
sí o no,
sin otras salidas, sin
opiniones que deformen el ánimo,
tan solo un silencio
mientras se desperezan las líneas
y la belleza cantea el
cuerpo hasta volver a inclinar las manos en busca de más
y remontar, de la
velocidad de la luz, su tiraría,
qué más hay cuando se ha
disfrutado del amor.
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