domingo, 4 de mayo de 2014

ORILLA PERPETUA

                                                                                        Para los que siempre tienen sed                   

“haber vivido es el sabor dulzón de la ciruela”
                                                                 (Pere Gimferrer)


El tiempo detenido
y tú a mi espalda ambicionando su sombra,
con detonarla no es suficiente,
hay que morderla para obtener certezas,
explosionarla hasta que el corazón satisfaga su ansia,
y lo negro
y lo blanco
atrapen la esencia que es fulgor,
intensidad en el bochorno,
gozoso punto de expansión que anula el estío.

Augurio de la primera memoria,
palabra saciada y segura,
sin reflejos, aptas para errar,
opinar, con su elemental sí o no,
sin otras salidas, sin opiniones que deformen el ánimo,
tan solo un silencio mientras se desperezan las líneas
y la belleza cantea el cuerpo hasta volver a inclinar las manos en busca de más
y remontar, de la velocidad de la luz, su tiraría,
qué más hay cuando se ha disfrutado del amor.

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