jueves, 25 de septiembre de 2014

KRAT’EROI/KRATER’OI

Poco se ha dicho que sea exacto sobre cómo eran tus manos,
la vida ha preferido entretenerse con las semillas que debía el tiempo borrar para sentirse importante,
escribieron que los dioses eligieron uno por uno los objetos para acompañarte,
hasta las ingenuas palabras que se lloraron,
las llamas que se debían encender a la puesta del sol,
para no anular las causas por las que ya no llegó tu piel a atisbar los primeros síntomas de cansancio
y vivir como tú un momento que no tiene vuelta atrás.
No se dejó nada a tu elección,
embriagados por la enorme pista que ofrece el horizonte e intuir que las palabras las repetirán bárbaros que no entenderán cuánta alegoría e incendios de aquella época tendría la actualidad,
da igual quien las proteja,
ni como separarse,
las circunstancias llevan al final y a la leyenda de todo lo que no hiciste
y se olvida quien vestía ese valor infantil por el más allá,
quien lo nombraba conscientemente, un soldado aferrado a otra edad y a la misma espada.

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