lunes, 29 de febrero de 2016

BASADO EN HECHO REALES

Lo peor no es subirse los pantalones y calzoncillos a la vez,
y deprisa porque desde la carretera te pueden ver,
lo más extraño es oír amplificada como la mierda ser abre paso entre los jugos gástricos hacia el exterior,
vacía los intestinos, cuelga durante unos microsegundos del ano y se estampa contra el suelo,
si estuviera en casa me quedaría cómodamente a leer,
o en el wáter de un aeropuerto en silencio encogiéndome porque los diferentes suspiros pertenecen ya a todos, los oiría como función mecánica del progreso,
pero me tengo que alzar deprisa,
cerrar la bragueta como si no hubiera nadie,
cómo esconderla, desde el aire la mortaja será indefinida,
la servilleta que adivinará enseguida el servicio de limpieza y poda,
concesión a alguna empresa, cedida en pirámide hasta el autónomo que la mezclará con la hierba sucia de polvo, disco de frenos y neumáticos,
cuando paso por allí recuerdo el sudor con que tuve que huir, gritaba a mi estómago caprichoso que no fuera así,
se ríe de mi,
ya me ha obligado varias veces,
las carreteras desatan su furia,
aunque refrene sus ganas,
termino compartiendo rincones con otros profetas,
no los he visto pero reconozco sus huellas.

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