“es un instante el alba y el crepúsculo”
(Pere
Gimferrer)
Al extender las manos
hacia el paisaje,
cortando la tierra en dos,
y apuntando contra una ladera desmochada,
me acordé de los colores
bastos y perfectos instalados bajo los carteles del aeropuerto,
BENVINGUTS/BIENVENIDOS/WELCOME
en sangre sucia y molesta,
rugían los dedos cortando
el aire,
aviones macizos contra las
nubes y el cielo,
troceaba el mundo para
comérmelo,
mi parte, vísceras blancas
pétreas, cayeron del cielo consumidas por el instante.
Encharcado por el valiente
mediodía,
pasé por encima de todas
las construcciones y retratos,
era esa vida, la que me
poseía, la que me golpeaba,
erial dichoso que a plena
luz desmitificaba su grandeza,
eran los otros los que nos
merecían y abandonaban,
había sido un filo
pendiente de maduración, fuera del futuro,
alevín castigado a
representarse hasta desproporcionar el cuerpo,
hecho mayor, perdido en la
palabra decente,
aclamada en el éxtasis
finito que convulsiona las leyes de la poesía.
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