domingo, 30 de octubre de 2016

LOS REZAGADOS



Me pidieron que en una escala del uno al diez calificara el miedo a la muerte,
me eché a llorar,
no fueron demasiadas lágrimas pero sí las suficientes para borrar del rostro la osadía de la luz y ennegrecerla,
eso era poner nombre a la historia, llenarla de gráficos
y a hachazos descuartizarla,
acertar en la línea de puntos es lo primero que se aprende, luego hasta llegar al lugar donde el reverso pega la vuelta se deja para más adelante.
Paciencia artificial,
enormemente desconsiderada con el final de las frases,
perdona si corro demasiado,
hay que ahorrar en atributos,
perder signos, que se los lleve el tiempo,
que lleguen otros con tal potencia que me descamisen,
volteado tras la explosión,
raíces falsas de hierro quebradas,
no hace falta tanto para derrotarme,
crujirme la espalda, arrancarme la sien y tirar del cerebro para que cese la idea.
Es mayor el miedo del carnicero,
se ríe del chiste de la infancia,
viene sonando desde mil novecientos y pico,
repita quien lo repita
es de mal agüero tanto charlatán dispuesto a vivir para condenarlo,
soy yo el que necesita ayuda y no ellos,
hace tiempo que cavaron su tumba y callaron,
son los rezagados, esos píos sádicos, los que poseen el verdadero dolor en su manos
y niegan ante cualquiera que sean los últimos y afirman con rotundidad que después de ellos vienen más.

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