Procedencia desconocida
Desliza la cabeza de toro
del pedestal,
la sangre ayuda a que
resbale y caiga al suelo de un golpe,
no se parte, da unas
vueltas y queda de cara a nosotros.
Búscate otra cosa con que
hacerle daño,
ahora que está rozando la
inmortalidad, que llegue a ella resoplando,
báñalo en polvo y tierra
hasta que se le deshaga la piel,
repítele con el estilete
quien es el dios y para qué sirven los subalternos,
hazlo aquí, delante de los
demás defenestrados que se miran quietos, ya sin sabor en los labios, ni
limites donde ampararse,
evita mirarlo a los ojos,
falsas bolas en las
órbitas,
nadie le aconsejó al nacer
como debía esconderse de la tiranía,
estaba cansado y escaso de
auténtica maldad,
entonces inventaron los
deportes,
al principio un banquete
para comerse a los peor dotados,
pronto premios y
borracheras,
fiestas donde acumular el
juvenil ostracismo,
animales humanos en pos de
un grito liberador,
correr y morir,
aplaudamos pues el
esfuerzo incandescente que se graba en la retina,
lo explicaremos a nuestros
nietos diciendo que nosotros estuvimos allí,
aunque a nosotros también
nos lo contaron,
se han perdido los versos
como se perdieron los campos arqueológicos y le reprochamos al tiempo que nos
quite la tierra donde antes jugábamos por polígonos industriales.
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