domingo, 25 de diciembre de 2016

EN UNA TARDE DE 1975



Sube el ritmo a mil, a cien mil,
abandona el pobre tesoro en la boca del pordiosero y moribundo hombre de excepción que busca rematar la tarde en la cama,
angústiale tú con el latín que no entiende,
es un bien encintado que no da muestras de fatiga y crea las formas más variadas de anzuelos,
porqué malgastarlos,
si van lejos, atropellando las palabras encendidas en las lumbres de la parte de atrás,
sencillo, atado a la mudez del destierro,
cansa y palpita como un retenedor de transparencias,
es a otro a quién invoca,
no puede ser, taxidermista,
muerto en la escasez,
desamparado, arrúgalo con la mirada,
tienes el poder para serenar el mundo,
duro, campeonato interrumpido por el moralista y su mujer copulando por una buena causa,
inflan los globos, son fieros en su ataque,
arrastran a la víctima por la cintura,
la sangre se derrama por la alfombra,
vela por mis instintos,
quién se levanta austero cuando la desazón destruye el campamento
y nunca, nunca, el banco de esperma recibirá el premio a mi hazaña.

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