El tiempo que me dejan y
el ya ardido forman una masa sucia de arcilla,
por la noche refleja los
odios que se deslizan hasta golpear la raíz de las palabras.
Entonces despierto a la
intensidad, a la resistencia, que se cuelga de los hilos y los estira,
no finjo, he empujado y
continuaré empujando,
son las dos acciones que
me tambalean,
las dos las resisto
moldeando la masa sucia de la ira,
que pide silencio y
concentración.
Que se haga absoluto, rumor
que atormenta en cuanto se da,
y reparta sus granos por
ebria naturaleza que se opone al paso destructivo del espejo, del otro yo,
malformado si puede ser,
agitando la hélice que lo
deja en el mismo punto pero al otro lado de la posibilidad,
donde reconocerse, mirar no
ya lo que sostiene si no su rumor,
porque hay otros
dispuestos a tirarnos por las ondas escalonadas que frenan la ilusión de los paisajes,
representaciones de todos
nosotros mediante vestigios,
a cada uno le ha
correspondido algo,
tanto a los vivos como a
los muertos,
se lleve o se pierda,
o arda con orgullo
ilimitado,
nos representa en el
festival de las voces singulares,
es un suspiro de fuego que
no prenderá en la mano rehén de la arcilla,
esa ya quemó,
derrumbó lo cierto,
con un mordisco
insustancial a la materia, que flota esperando su turno.
Nos vamos a dormir esperando reencontrarnos con nuestros demonios. Qué tenéis pensado para esta noche? Qué historia me habéis preparado mientras vivía? El tiempo apremia. Empecemos. Aprovechemos el poco tiempo que tenemos.
ResponderEliminarEn el otro lado de lo que sea se encuentra nuestro retrato inverso y el tiempo se expande o se concentra alrededor de una llama de arcilla
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