El hambre me cala,
mordaza que cierra la
sangre hacia los intestinos,
se crea un lago viscoso y
sucio, terra incógnita en los bordes,
el árbol susurra a la
sombrilla sobre donde quedan los límites y las promesas. No es poesía.
Magma, a qué hora quieres
explotar?,
yo te espero metiéndome la
mano en la boca,
reventándome la mandíbula,
dientes muertos, aliento
de nido cagado,
lengua aleteando en el
aire podrido que aplana la campanilla,
labios en herpes
calcificados e indisolubles,
cuál es el órgano de las
palabras?
no se salva de los clavos
y el martillo,
del ruido y del desplazamiento
hacia el rojo,
desliza jugos, anochécelo,
anochécelo,
son los huevos podridos
que corren, reventados, piernas abajo,
aunque los incendiara, no
se desmenuzarían,
la voz interior es el olor
que atraviesa el mundo, encadenado al vómito canino, circuito cerrado del
hambre,
sangre atrapada en el
reflejo del recién nacido, no es poesía, es dar la vez y oír a los cobardes
reticentes apuntarse,
tú que conoces el ánima de
este río, cuándo me romperá?
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